VUELEVE A CASA POR NAVIDAD

Recuerdo un año por las vacaciones de Navidad mi padre no podía venir a buscarme a Madrid y me dieron a elegir o me quedaba en el colegio o tenia que viajar sola, por supuesto elegir viajar.

La Madre Miriam, me llevo a la estación de Atocha,y me subió al tren, eligió un departamento y puso la maleta en la estantería que quedaba encima del asiento,en el mismo departamento viajava un joven que la Madre Miriam le pidió, que si me podía bajar la maleta al llegar a mi destino !es que la maleta era mas grande que yo! el joven le dijo que si, el tren se puso en marcha yo estaba contenta, porque volvía a casa, el joven no hablaba mucho, y cuando se hizo de noche se puso a dormir, recuerdo, que me quería comer un bocadillo que lo tenia envuelto en papel albal, pero, hacia ese ruidecillo, el joven roncaba, pero era como si le molestara,y durmiendo se movía cada vez que yo tocaba el papel albal, me quede quieta como una estatua, obserbando al joven y sin poder comerme el bocadillo, la noche se hizo larga, pero por fin llegue a mi destino,el joven me bajo la maleta y se suponía que mi padre estaría en la estación esperándome, aunque cabía la posibilidad de que no le diera tiempo y la Madre Miriam, me había explicado lo que tenia que hacer en caso que mi padre no estuviera,tenia que cruzar la vía del tren y tenia que ir a un cruce que pasaba un autobús, que me llevaría hacia otro pueblo, y así lo hice arrastrando la maleta, estaba llegando al cruce cuando vi pasar el autobús, que claro está me dejo en tierra, aquí empezó mi drama ya me faltaba poco para llorar, como por arte de magia apareció un taxista, y creo que se dio cuenta de que iba perdida,paro y me pregunto donde iba, yo se lo explique casi llorando y el taxista cogió la maleta y a mi y me llevo a la estación de autobuses yo en aquel recorrido entre balbuceos le decía que no tenia dinero para pagarle, el señor se limito a llevarme a la estación y no me cobro nada, yo aquel día no le vi las Alas pero seguro que era mi Ángel de la guarda, ya en la estación de autobuses, le pregunte a un señor cual era el autobús que iba para Baza, aquel Señor me indico un autobús equivocado, y cuando iba arrastrando mi maleta para subir, apareció mi padre, entre risas y lágrimas me abrace a el y me sentí protegida y segura.

Por fin en casa recuerdo a mi madre haciendo los dulces de Navidad mientras mi hermano mayor y yo cantábamos todo el repertorio de villancicos.

En la vida cada minuto es un milagro que no se repite.